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En el año 2007, una joven profesora se percató de que las herramientas de diseño disponibles en el mercado eran muy difíciles de utilizar, y pensó que debería existir una solución más simple para que cualquier persona pudiera diseñar sin necesidad de tener conocimientos técnicos. Con esta idea en mente, comenzó a buscar inversionistas que la apoyaran, pero todos la rechazaban. Luego de varios años persistiendo, finalmente consiguió el capital que necesitaba para desarrollar el proyecto. Hoy en día, su empresa tiene más de 100 millones de usuarios, vale más de $40 mil millones de dólares, factura más de $1.000 millones de dólares anuales y genera empleo para más de 3 mil personas… ¿Cómo lo logró?
Caso Canva: ¿Cómo se convirtió en una de las startups más valiosas del mundo?
La protagonista de esta historia es Melanie Perkins, quien nació el 13 de mayo de 1987 en Perth, Australia, en una familia de clase media. Melanie es hija de una maestra australiana y un ingeniero malayo de ascendencia filipina y de Sri Lanka.
Desde temprana edad, demostró un gran espíritu emprendedor. Con apenas 14 años de edad, inició su primer negocio, el cual consistía en la venta de bufandas hechas a mano. Ella ha afirmado en distintas entrevistas que aquella primera experiencia la marcó en el desarrollo del impulso empresarial que seguiría teniendo durante los años posteriores, pues nunca olvidó la libertad y la emoción que le generaba construir un negocio propio.
También destacaba por ser una niña muy disciplinada. Aspiraba a convertirse en patinadora profesional, por ello se despertaba a las 4:30 A. M. para asistir a las sesiones de entrenamiento diarias.
En el 2004, tras graduarse de sus estudios básicos en el Sacred Heart College, se inscribió en la Universidad de Australia Occidental. Allí se especializó en comunicaciones, psicología y comercio.
A todo esto, mientras cumplía con sus compromisos universitarios, aprovechaba su tiempo libre para impartir clases de diseño gráfico, así ganaba algo de dinero para cubrir sus gastos.
En medio de sus clases, se dio cuenta de que programas como Photoshop o Illustrator le parecían demasiado complejos. La multitud de pasos para tareas simples y la cantidad de tiempo que tardaban sus alumnos en aprender a usar todos los botones, le hizo pensar que algo fallaba, que debía existir una forma más sencilla de que pudiesen elaborarse folletos, catálogos y material publicitario.
“Que la gente tuviera que pasar todo un semestre aprendiendo dónde estaban los botones en los programas de diseño era ridículo.” –Dijo Melanie en una entrevista en la CNBC.
Convirtiendo un problema en oportunidad
Con esta premisa en mente, en el 2007, a la edad de 19 años, se asoció con su novio Cliff Obrecht para pedir un préstamo entre los dos por $3.500 dólares y poner en marcha una empresa a la que llamaron Fusion Books. Inicialmente, Melanie quería invertir en el desarrollo de un software que facilitara todo el proceso de diseño, pero concluyó que no sería algo lógico porque resultaría muy costoso, tomaría mucho tiempo y entraría a competir con empresas muy poderosas; entonces, al ver que su madre, que era maestra en una escuela, tenía dificultades con la elaboración del anuario, identificó que ese era un buen nicho para testear el negocio.
Su idea era permitirle a las escuelas elaborar fácilmente los anuarios desde una plataforma online que funcionara de forma muy sencilla con plantillas y un sistema de arrastrar y soltar, y luego imprimir el resultado para enviarlo a domicilio. Como no tenía experiencia con el desarrollo de software, usó el dinero que pidieron prestado para contratar unos desarrolladores que se encargaran de diseñar y construir la plataforma. Debido a que todo el dinero lo invirtieron en el desarrollo del software, tuvieron que iniciar operaciones desde la sala de la casa de la madre de Melanie.
En entrevista para Daily Mail Australiano, la emprendedora confesó que su inexperiencia fue una bendición, pues la llevó a arriesgarse sin más límite que ese pequeño préstamo y el espacio que su madre les facilitó:
“Si hubiese sabido todo lo que me esperaba a la hora de crear una empresa, me habría intimidado.” –Fueron sus palabras.
En temporada alta, la madre de Melanie ayudaba alimentando las impresoras con tinta durante las noches. Mientras tanto, Obrecht se encargaba del teléfono con un plan de llamadas en frío, que es una estrategia de venta para captar potenciales clientes sin que éstos esperen una interacción en ese momento determinado. No era la estrategia más efectiva, pero les sirvió para lograr sus primeras ventas. Luego, se les ocurrió ofrecer a las escuelas un anuario de muestra gratis y las ventas aumentaron considerablemente. Cuando los clientes pedían comunicarse con un gerente, Obrecht simplemente hablaba con un tono de voz grave, para que nadie le diera la espalda por sonar demasiado joven.
Con Fusion Books aprendieron a vender, a montar una empresa desde cero y a enfrentarse a un montón de problemas. Valiosas lecciones que serían fundamentales para las siguientes etapas en sus carreras como empresarios tecnológicos.
El negocio creció tan rápido, que Melanie se vio en la necesidad de abandonar la universidad para dedicarse por completo a administrarlo. Llegaron a ofrecer servicios a unas 400 escuelas, teniendo incluso clientes y distribuidores en países de Europa. Fue un gran comienzo, pero Melanie quería mucho más. Ella creía firmemente que su proyecto podría tener aplicaciones más profundas que sólo elaborar anuarios escolares, así que se planteó el reto de usar la tecnología detrás de Fusion Books para construir algo más grande. Su objetivo era convertir los complejos programas de diseño en una plataforma online como Facebook, algo fácil de usar. Sin embargo, para lograrlo necesitaría acceso a fondos de capital de riesgo, algo que era virtualmente imposible de encontrar en Perth, una ciudad construida sobre minería y petroquímicos.
La joven afirma que conversó con más de 100 inversores locales, pero todos la rechazaron. Lejos de rendirse ante las dificultades, siguió adelante con el proyecto mientras esperaba atenta su gran oportunidad.
Buscando inversionistas para expandir su proyecto
En el 2011, se enteró de que un antiguo capitalista de riesgo de Silicon Valley, llamado Bill Tai, había sido invitado a Perth para juzgar una competencia de startups.
Melanie investigó y encontró que Tai tenía inversiones en compañías como TweetDeck y Zoom, y que era un experto kitesurfista, por lo que durante su estadía iba a aprovechar para desafiar las imponentes olas del mar australiano. Con base en esta información, se preparó junto a Obrecht para emboscar a Tai y presentarle su proyecto.
El primer intento fue en una cena que Tai organizó junto a otros inversores también apasionados por el kitesurf. La pareja se paró delante de los asistentes y presentaron un discurso inusual para algo llamado “Canvas Chef”: una pizza metafórica, con elementos de diseño como ingredientes y tipos de documentos (folletos, tarjetas de visita, menús de restaurante) como la masa. “No fue la analogía más elegante”, comentó Rick Baker, un inversionista que escuchó el discurso esa noche.
Los emprendedores se fueron sin capital, pero con un nuevo entusiasmo por los deportes acuáticos extremos. Desde ese momento, no faltaron a las posteriores reuniones organizadas por Tai, en las que participaron destacados ejecutivos de tecnología que buscaban invertir en nuevas empresas. Algunas de estas reuniones tuvieron lugar en Silicon Valley. En uno de los encuentros, un amigo de Peter Thiel les sugirió que designaran a un solo líder para el proyecto, entonces Melanie se encargó de asumir el rol.
Pese a todos los esfuerzos que hacían, la búsqueda de capital no estaba teniendo éxito. A los inversionistas de Silicon Valley no les interesaba invertir en una empresa fundada en una región como Perth, pues consideraban que era una “zona muerta para desarrollar una startup”. Docenas de compañías de capital de riesgo e inversionistas rechazaron tajantemente el proyecto argumentando que no le veían mucho sentido y que no se sentían cómodos invirtiendo en un lugar tan alejado de los grandes centros de desarrollo tecnológico del mundo.
Estos rechazos no fueron motivo para que la pareja renunciara. Continuaron persistiendo con sus estrategias de networking para tratar de atraer la atención de potenciales inversionistas. Poco a poco se fueron ganando la confianza de Tai, quien le aconsejó a Melanie que aprendiera a hacer kitesurf porque los inversores de capital de riesgo que podían poner dinero en su proyecto practicaban ese deporte. Ella le hizo caso, se puso a entrenar y a navegar con ellos, pero la estrategia no estuvo exenta de peligros. En una ocasión, con su vela de 9 metros flotando desinflada e inútil a su lado en la fuerte corriente del Caribe oriental, la emprendedora esperó por horas para ser rescatada. Mientras rozaba el agua con su pierna izquierda marcada por un golpe anterior contra un arrecife de coral, se recordaba a sí misma que su nuevo y peligroso pasatiempo valía la pena. Estaba dispuesta a correr los riesgos necesarios para llevar adelante su ambicioso proyecto.
“Fue como: Riesgo: daños graves; Recompensa: iniciar la empresa. Si pones el pie en la puerta un poquito, tienes que meterlo por completo.” -Dijo la emprendedora en entrevista para Forbes.
Después de un tiempo, optaron por cambiar el enfoque de sus conversaciones con inversionistas: en lugar de preguntarles explícitamente si les gustaría invertir en su proyecto, simplemente les pedirían consejo. De esta forma, evitarían ser rechazados en cada reunión e irían allanando el camino para que los inversionistas confiaran en ellos y mostraran mayor interés.
Revolucionando la industria del diseño gráfico
Afortunadamente, todo el sacrificio y esfuerzo rindieron frutos. Luego de un par de años haciendo networking y practicando kitesurf, conocieron a Lars Rasmussen, cofundador de Google Maps, quien se convirtió en su principal asesor. Él expresó interés en la idea, pero les dijo a los fundadores que pusieran todo en espera hasta que encontraran el equipo técnico del calibre necesario para un proyecto de estas características. Al poco tiempo, Rasmussen les presentó a Cameron Adams, un ex empleado de Google con la experiencia técnica relevante para unirse al equipo.
Ahora que tenían un líder técnico y un equipo más sólido, ganaron credibilidad y lograron recaudar $3 millones de dólares para construir la plataforma que buscaría revolucionar la industria del diseño gráfico; incluso Bill Tai se sumó como uno de los primeros inversionistas en el proyecto. Así nació en el año 2013 la compañía Canva Inc.
“Fue un periodo de tiempo increíblemente largo y recibimos cientos de rechazos en el camino, pero creo que ese proceso fue de mucha ayuda para nosotros, porque significó que tuvimos que afinar nuestra propuesta y definir bien nuestra estrategia antes de empezar. Así que, cuando conseguimos inversión, fuimos capaces de operar de forma rápida y efectiva.” –Cuenta Melanie.
Pasaron varios meses desarrollando la nueva plataforma y testeándola con usuarios potenciales. No querían dejar detalles al azar. Querían que la experiencia de los usuarios fuera realmente agradable y gratificante, que cualquier persona pudiera diseñar sin necesidad de tener conocimientos técnicos.
Cuando la primera versión comercial de la plataforma estuvo lista, la estrategia de lanzamiento se hizo a través de un par de reseñas en blogs de tecnología, pero el alcance que lograron fue muy bajo. Los ingenieros de la compañía que se quedaron despiertos hasta tarde en Sídney para manejar el esperado registro de usuarios, se fueron a dormir decepcionados.
Aunque el día del lanzamiento no obtuvieron los resultados esperados, la realidad es que Canva llegaba en el momento perfecto. El auge de Facebook, Instagram y Twitter estaba cambiando la forma en que las empresas interactuaban con los clientes. Desde las escuelas hasta las comisarías, pistas de patinaje y autores autoeditados, de repente a todos les importaba mucho su presencia en línea, y Canva era una forma sencilla, económica y efectiva de verse bien.
Los registros comenzaron a llegar de a poco. Al final del primer mes, superaron los 50 mil usuarios. Para el 2014, ya contaban con más de 600 mil usuarios que habían realizado 3.5 millones de diseños a través de la plataforma. Gracias a estas cifras, recaudaron otros $3 millones de dólares en capital de riesgo, esta vez por parte de las firmas Thiel’s Founders Fund y Shasta Ventures. Ese mismo año, se unió al equipo de Canva como inversionista y evangelista el experto Guy Kawasaki, quien es reconocido por haber trabajado junto a Steve Jobs en el resurgir de Apple a finales de los años 90.
Con el capital recaudado, iniciaron el proceso de expansión de Canva por el mundo. Obrecht se encargó de abrir en Manila, Filipinas, la primera oficina de la empresa fuera de Sídney. Luego, contrató al exjefe de la unidad de LinkedIn en China para construir una oficina en China continental. Este país asiático se convirtió rápidamente en uno de los mercados más importantes para Canva, algo inusual si tenemos en cuenta lo difícil que es para compañías extranjeras competir allí. Al percatarse de este éxito, Canva desarrolló una versión de su plataforma en chino construida desde cero, con características como integraciones profundas con aplicaciones de mensajería locales y códigos QR fáciles de crear, que son populares en el país. McDonald’s China es un cliente de la empresa, al igual que una corredora de bienes raíces a nivel nacional que ofrece la herramienta a sus 1.000 agentes para que puedan crear material gráfico atractivo sin complicaciones.
Como modelo de negocio, la empresa estableció que funcionaría bajo un modelo freemium, es decir, por una parte, ofrecería una versión gratuita de la plataforma para que cualquier usuario pudiese utilizarla, sin embargo, esta versión tendría algunas limitaciones en cuanto a los recursos disponibles; y, por otra parte, ofrecería una versión pro de pago con acceso a contenido Premium y funcionalidades complementarias. Pese a esta diferenciación, la versión gratuita de por sí es muy atractiva. En ella, los usuarios tienen a su disposición cientos de miles de plantillas para crear distintos tipos de contenidos para redes sociales y material publicitario, millones de fotos y elementos gráficos que pueden utilizar para sus diseños, herramientas de trabajo colaborativo, 5 GB de almacenamiento en la nube, la posibilidad de solicitar la impresión de material gráfico para recibirlo a domicilio y un editor muy fácil de utilizar para que cualquier persona ajuste los diseños a su gusto y sin problema.
Crecimiento y expansión de Canva por el mundo
Durante los siguientes años, Canva se enfocó en desarrollar nuevas herramientas para facilitar el proceso de diseño, tanto para personas como para empresas.
Mientras Canva crecía en usuarios y mejoraba significativamente su tecnología, sus rivales comenzaban a preocuparse y no tardaron en reaccionar. En el 2016, la compañía Adobe, líder mundial en la industria del software para diseño, anunció el lanzamiento de Adobe Spark, que luego se convertiría en Adobe Express, una plataforma en línea que ofrece plantillas y recursos gráficos gratuitos para diseñar distintos tipos de contenidos y material publicitario. Esta plataforma, muy similar a Canva en cuanto a funcionalidades y modelo de negocio, era una clara apuesta de Adobe para competir con la empresa australiana.
En el 2017, Canva Inc. consiguió por primera vez ser rentable, obteniendo beneficios netos por $1.8 millones de dólares al final del segundo semestre del año. Un gran dato si tenemos en cuenta la enorme cantidad de startups que fracasan porque nunca llegan a ser rentables y solo subsistían a partir del dinero que inyectaban los inversionistas.
A inicios del 2018, las firmas Sequoia Capital, Blackbird Ventures y Felicis Ventures, invirtieron en Canva la suma de $40 millones de dólares, elevando el valor de la compañía a $1.000 millones de dólares. Melanie Perkins se convirtió en la mujer fundadora y ejecutiva más joven en conseguir que su empresa alcanzara una valoración de esta magnitud.
En el 2019, Canva realizó dos rondas de inversión más, una por $70 millones de dólares y otra por $85 millones de dólares, las cuales elevaron su valor a $3.200 millones de dólares. Con estos recursos, la empresa desarrolló herramientas para la edición de videos y para la creación de presentaciones en línea; y lanzó dos nuevos productos: Canva for Enterprise, una versión de la plataforma diseñada especialmente para clientes empresariales; y Canva for Education, una versión para escuelas y otras instituciones educativas creada con el propósito de facilitar la colaboración entre estudiantes y profesores. Además, adquirió las plataformas Pixabay y Pexels, dos sitios gratuitos de fotografía de stock, esto con el objetivo de ampliar el material gráfico ofrecido a sus usuarios.
Para el 2021, ya la plataforma superaba la impresionante cifra de 60 millones de usuarios activos mensuales en 190 países, teniendo entre sus clientes a reconocidas empresas como Zoom, PayPal, Salesforce y American Airlines, entre muchas otras. Ese año, se realizó una nueva ronda de inversión por $200 millones de dólares, valorando la compañía en $40 mil millones de dólares, cifra que la consolidaba como una de las empresas de software de más rápido crecimiento hasta la fecha.
“La comunicación visual se ha convertido en una necesidad universal para equipos de todos los tamaños en casi todas las industrias. Ha sido increíble ver el crecimiento continuo de Canva en todo el mundo durante el último año. Más de 60 millones de personas ahora usan Canva para todo, desde lanzar nuevas empresas hasta crear conciencia para organizaciones sin fines de lucro, apoyar el aprendizaje remoto, colaborar en equipos distribuidos y administrar marcas empresariales a escala global. Estamos increíblemente emocionados de acelerar aún más nuestra misión de empoderar verdaderamente al mundo para diseñar.” –Explicó Melanie al anunciar la nueva ronda de inversión en la empresa.
Y, para cerrar con broche de oro el 2021, la compañía anunció otro hito importante: por primera vez superaron los $1.000 millones de dólares en facturación anual, obteniendo ingresos principalmente de las versiones pagas de Canva, pero complementando con servicios como la impresión de material gráfico y venta de contenido premium para usuarios gratuitos.
Actualidad y retos para Canva
Actualmente, Canva cuenta con más de 100 millones de usuarios, genera empleo para más de 3 mil personas, factura más de $1.000 millones de dólares anuales y se posiciona como la quinta startup más valiosa del planeta, ubicándose por debajo de Bytedance, SpaceX, Stripe y Klarna. Su plataforma ofrece más de 600 mil plantillas y más de 100 millones de recursos gráficos para elaborar todo tipo de diseños. Año tras año, la compañía ha desarrollado nuevas herramientas y funcionalidades orientadas a lograr el gran propósito de democratizar el diseño en todo el mundo: desde tarjetas de presentación, flyers e imágenes para redes sociales, hasta catálogos, currículums, clips de videos y logos, todo se puede hacer de forma fácil, rápida y con un resultado profesional gracias a Canva. Y, próximamente, planea lanzar herramientas para la creación de sitios web sencillos que puedan remplazar los currículums en PDF o las tarjetas de invitación a eventos. Aunque la plataforma es amada por sus usuarios, también existen detractores que la critican afirmando que no es un verdadero software de diseño. En todo caso, lo cierto es que Canva ha causado una verdadera revolución, permitiéndole a cualquier persona, sin necesidad de conocimientos técnicos, poder crear atractivos diseños para uso personal y profesional.
Melanie, por su parte, tiene 35 años, posee una fortuna de $3.600 millones de dólares, hace parte de la lista de las 1.000 personas más ricas del mundo según Forbes y es reconocida como una de las mujeres de negocios más influyentes de nuestra época. Como CEO de Canva, introdujo protocolos para eliminar los sesgos de género durante los procesos de selección en la compañía y consiguió resultados visibles: en Canva, el 41% de los empleados son mujeres, frente a un 28% promedio en todo el sector tecnológico. Además, la emprendedora destaca por ser una persona con gran compromiso social. En lugar de gastar su dinero en excentricidades, se comprometió junto a su ahora esposo, Obrecht, a donar gran parte de su fortuna a organizaciones benéficas a través de la Fundación Canva.
“Queremos convertir a Canva en una de las empresas más valiosas del mundo y, al mismo tiempo, hacer el mayor bien que podamos hacer. Tenemos esta creencia salvajemente optimista de que hay suficiente dinero, buena voluntad y buenas intenciones para resolver la mayoría de los problemas del mundo. Creemos que no es sólo una gran oportunidad, sino una importante responsabilidad, y queremos dedicar nuestra vida a trabajar por ello.” -Afirma la pareja.
Así concluimos la apasionante historia de Melanie Perkins, una joven emprendedora que identificó un problema concreto y decidió afrontarlo con ingenio y determinación confiando plenamente en que, al resolverlo, estaría contribuyendo significativamente a ayudar a muchas otras personas en el mundo que también necesitaban poder crear diseños profesionales de una forma rápida, económica y sencilla, y fue justamente ese propósito el que le permitió persistir pese a todos los rechazos que recibió en sus inicios, convirtiéndose así en un referente e inspiración para todos los emprendedores que hoy luchan por sacar adelante sus proyectos. En sus propias palabras:
“Lo más importante que puedes hacer, es resolver un problema real. Si solucionas algo que afecte profundamente a un montón de personas, serás capaz de resolver el resto de cosas.”
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